MI MADRE MARGARITA: María Eugenia Valdés M.

Siempre recuerdo a mi madre como lo mejor que tuve en mi vida hasta que nacieron mis hijos y mis nietos. Margarita era su nombre, perfumada y blanca como esa flor, muy linda con su cutis terso de mejillas naturalmente rosadas, de ojos azules que reflejaban su ternura y franqueza de sentimientos, sus manos pequeñas y suaves hacían de sus caricias una dulzura. Nunca se pintó ni usaba joyas, pero tampoco lo necesitaba, igual se veía hermosa.
Era tímida y muy púdica, cuando de repente una de sus hijas entrábamos a su dormitorio y se estaba vistiendo, rápidamene se tapaba. No le permitía a nuestro padre se acercara a hacerle cariño o le diera un beso delante nuestro, tampoco se le podía ver el pronunciamiento de su busto y usaba los vestidos más abajo de la rodilla. Nunca fue a la playa porque se negaba a usar traje de baño. Creo que la única coquetería que se permitió fue de usar siempre taco alto cuando salía de casa, a pesar que sus juanetes la hacían sufrir, pero llegando a casa ponía los pies en remojo en agua tibia con sal para aliviar su dolor.
Recuerdo de un vestido muy lindo que usaba abotonado adelante, escosés de colores café, amarillo, verde, rojo y negro, del cual me colgaba de pequeña cuando la acompañaba a comprar y tenía sus manos ocupadas para tomarme. Le gustaba mucho el color azul, tenía un abrigo y vestidos de ese color, que le venía mucho con sus ojos azules.
Antes de casarse pintaba en óleo y pastel. Pude admirar unas peras que había pintado y regalado a su queridísima tía Meche, quien lo puso en un cuadrito detrás de la puerta de entrada de su casa.
Le gustaba leer novelas clásicas que conseguía en la biblioteca, una vez la escuché preguntarle a una de sus primas, si había leído "Las Memorias de la Princesa Rusa". Cuando mayor entendí que las mujeres a pesar de la represión que se ejercía sobre ellas en ese tiempo tanto por sus padres, la iglesia, marido y sociedad también tenían fantasías, pues no se entiende que ella hubiera leído o supiese de esa novela que era bastante para esos tiempos.
Era romántica y poética, escribía poesía en un librito, yo las leía y las encontraba muy hermosas, pensaba que eran de ellas, pero después supe que algunas eran del gran poeta cubano José Martí. Escuchaba todos los días la radio con programas especiales de tango. Disfrutaba de los románticos boleros con Lucho Gatica y Los Panchos. Gustaba mucho de un vals peruano y cada vez que su cuñada Amelia lo escuhaba en la radio, le avisaba por encima de la reja: Margot, La Flor de la Canela. Seguro que tenía algún significado especial para ella.

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