Para hablar de esta valiente mujer, debemos remontarnos a su país de origen, Somalia, ubicado en el cuerno de África. Este continente es origen y principal lugar donde diversas tribus mantienen, hasta la actualidad, una terrible costumbre de la que toda mujer debería tener conocimiento: la ablación del clítoris o mutilación genital femenina (MGF).
¿En qué consiste la ablación del clítoris? Es la amputación total o parcial de los genitales femeninos, que puede abarcar solamente el prepucio del clítoris o llegar incluso a la amputación de los labios mayores y menores (infibulación). En todos los casos el resultado es la completa falta de sensibilidad y placer sexual de la mujer, con el consiguiente trauma psicológico. Adicionalmente, el riesgo de muerte o infección es sumamente alto, debido a que, por tratarse de un ritual, esta práctica e realiza con instrumentos muy rudimentarios, sin anestesia y en condiciones sanitarias insalubres, y normalmente es realizada por curanderas o mujeres mayores.
La ablación del clítoris marca la edad adulta de las mujeres de la región, y se supone, previene la iniciación sexual antes del matrimonio y la infidelidad durante el mismo. En las regiones del África donde se practica la ablación, una mujer no circuncidada encontrará muchas dificultades para casarse o en ser aceptada socialmente. Probablemente por ello es que la ablación del clítoris es un hecho dado por sentado e incluso deseado por muchas niñas somalíes y africanas. Y es aquí donde nos encontramos con la mujer que nos incumbe: Waris Dirie, que en somalí significa “Flor del desierto”.
Waris Dirie, nació en el seno de una familia somalí, y durante toda su infancia, no tuvo acceso a otra sociedad que no fuera las suya y la práctica de sus costumbres. Era muy joven cuando se le practicó la ablación, apenas cinco años de edad, por lo que no se planteó ninguna duda sobre los beneficios de esta práctica. En sus libros, cuenta acerca de la dolorosa experiencia, realizada en medio del desierto por una curandera, con navajas y cuchillos; nos habla de la insoportable manera en que le cerraron la vagina con espinas, las semanas de postración y además, la imposibilidad de correr y las dolorosas secuelas, especialmente durante su período de menstruación, durante años.
A los trece años de edad, su padre la prometió en matrimonio con un hombre de 60 años de edad. Asustada, Waris escapó sin comida ni dinero (en su tribu, todo intercambio es a base de trueque) y atravesó el desierto, sin meta fija, para llegar a Mogadisquio, la capital de Somalia. Allí vivió un tiempo con su hermana, y luego con su tía. Algunos años después se trasladó a Londres, y allí fue donde su vida cambió para siempre. Primero, porque la capital del Reino Unido fue el lugar donde tomó conciencia de lo que le habían hecho y lo que le habían arrebatado; segundo, porque sería la ciudad que le abriría las puertas al mundo.
Waris trabajaba en un McDonald’s, cuando fue descubierta por el fotógrafo inglés Terence Donovan, a los 18 años de edad. El impresionante perfil y la exótica belleza de Waris la llevaron a hacerse un lugar en las pasarelas; en 1987 apareció con la entonces desconocida Naomi Campell en la portada del calendario Pirelli de 1987, y poco después, se convirtió en la primera mujer de color en aparecer en la portada de Vogue de Europa. Posteriormente, Waris sería contratada por diversas marcas y diseñadores, entre las que destacan Chanel, Versace, L’Oreal y Cartier, mientras se pasea por las pasarelas más importantes del mundo.
Pero la misión de Waris estaba recién por empezar: una empresa por eliminar la terrible práctica de la que fuese víctima. Y para ello, debía hablar en voz alta. En 1997, durante una entrevista con Laura Ziv, columnista de la revista Marie Claire, la ya famosa modelo habló por primera vez de la mutilación femenina de la que había sido víctima, e inmediatamente, captó la atención del mundo. Ese mismo año, la ONU la nombra como embajadora especial para la mutilación femenina. Gracias a que se trataba de una mujer tan famosa, logró dar a conocer al mundo la problemática de la mutilación femenina. En 2002 fundó su propia organización, la Fundación Waris Dirie para luchar contra la MGF, y posteriormente, en el año 2006, en Bruselas, habló ante todos los ministros de los estados miembros de la Unión Europea, y consigue que la MGF fuese introducida en la agenda europea.
Waris Dirie está casada, tiene un hijo y vive una vida plena. Sin embargo, también declara que algo le falta y que le faltará siempre: jamás podrá sentir placer sexual. Al menos, no en esa parte del cuerpo.