GABRIELA MISTRAL - Primer Premio Nobel de América Latina


Gabriela Mistral fue una activista de los derechos de la mujer, al destacarse con perfiles propios y proyectarse internacionalmente desde un país patriarcal, que sólo en 1949 concedió derecho a voto a la población femenina”, dijo a IPS la historiadora Mónica Araya.

El 15 de noviembre de 1945, cuando la autora de Desolación tenía 56 años, la Academia Sueca le asignó el reconocimiento, que le fue entregado el 10 de diciembre por el rey Gustavo Adolfo, de ese país.

"Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana América íbera para honrarla en uno de los muchos trabajadores de su cultura”. “El espíritu universalista de Alfred Nobel estaría contento de incluir en el radio de su obra protectora de la vida cultural al hemisferio sur del continente americano, tan poco y tan mal conocido”, dijo la poeta chilena en su discurso en la ceremonia.

A los 60 años de este acontecimiento, en el 2004, se dió lugar en Chile a un conjunto de actos de homenaje a la gran poeta, que permitieronn igualmente relecturas y revaloraciones de la trayectoria vital y la obra literaria de esta humilde profesora rural que alcanzó las mayores glorias de la creación. Lucila Godoy Alcayaga, nombre real de la poeta, nació el 7 de abril de 1889 en el seno de una modesta familia de Vicuña, una localidad rural ubicada 470 kilómetros al norte de Santiago.

“A su manera, Gabriela Mistral fue una activista de los derechos de la mujer, al destacarse con perfiles propios y proyectarse internacionalmente desde un país patriarcal, que sólo en 1949 concedió derecho a voto a la población femenina”, dijo a IPS la historiadora Mónica Araya. La investigadora recordó igualmente que en las esferas oficiales de la cultura chilena hubo también un reconocimiento tardío de la obra de Mistral, ya que se le concedió el Premio Nacional de Literatura sólo en 1951, seis años después del reconocimiento del Nobel.

La poeta, que falleció en 1957 en Nueva York, comenzó a ser conocida en el mundo literario por sus Sonetos de la muerte, que escribió en memoria de su novio Romelio Ureta, quien se suicidó cuando ella tenía 20 años. Los sonetos formaron parte de Desolación, su primer libro, publicado en 1922. Allí, idealizó a Ureta, un simple guardavía de ferrocarriles y luego modesto dependiente de una tienda, que optó por el suicidio, arrepentido de haber robado dinero a su patrón para emborracharse. “El amor que aquel joven suicida le inspiró y la herida que le causó su muerte pueden considerarse el germen de todo lo demás que le ocurriría a Gabriela Mistral, incluso el Premio Nobel”, escribió en 1945 el crítico literario Hernán Díaz Arrieta.

La resignificación de Mistral

En torno a ese episodio y sus repercusiones se tejieron múltiples elucubraciones. Para algunos estudiosos, la muerte de su novio creó en ella un sentimiento de “maternidad frustrada” que cruzaría los contenidos de toda su obra.

“De dicho suceso arrancarían sus elogios a la maternidad, el matrimonio y la familia, así como también, por extensión, su dedicación a los niños, su relación con la moral de la Iglesia Católica e incluso su amor patrio americano y chileno”, escribió en la revista Rocinante el académico Grínor Rojo, a propósito de esas interpretaciones. Para el experto, esa fue una interpretación parcial, que tal vez recoge un ángulo de la vida y la obra de Mistral, pero que no da cuenta de una trayectoria mucho más compleja que la convertirían en un personaje múltiple y variable hasta sus últimos días. “En la poesía de Mistral hay una base identitaria, pero se trata de una base sumamente problemática: la identidad de una sujeto escindida y conflictuada, que se sostiene a duras penas y por tanto se muestra en un estado continuo de tensión y por lo general doloroso”. “Mistral es ambas cosas, lo que conflictúa y tensa, y es esa tensión la que nos abre una puerta privilegiada a su obra lírica”, según el académico.

La especialista Raquel Olea anota también que hay desde el centenario de 1989 una “resignificación” de Gabriela Mistral, que cuestiona la imagen de “mujer víctima del infortunio, de la esterilidad, el abandono y el exilio”. Nuevos modos de lectura, que incluyen las visiones feministas, filosóficas, psicoanalíticas, de crítica cultural y estudios de género, junto a publicaciones de escritos inéditos de Mistral, han revalorado a la poeta y a su obra desde la visión contrahegemónica, señaló Olea, también en la revista Rocinante.

Fuente: Resúmen artículo de Gustavo González,IPS

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