Corroborando las denuncias de un estudio presentado en Chile sobre la nula eficacia de las medidas de protección para una mujer golpeada, un hombre mató a su ex esposa durante el Día Internacional por la No Violencia contra la Mujer, el 25 de noviembre del 2004. Triste manera de constatar que el feminicido sí existe en Chile.
En Chile, según datos del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), un 50 por ciento de las mujeres casadas es víctima de violencia intrafamiliar.
Carmen Torres (Mujereshoy)
Magaly Jara tenía 35 años. Había denunciado a Víctor Astudillo, de 39 años de edad, su ex marido, por violencia intrafamiliar hace unos tres meses. Estaba angustiada y temía por su vida. La justicia prohibió entonces al individuo acercarse al hogar que ambos compartían con anterioridad junto a sus cuatro hijos. Pero una vez decretada la prohibición de acercamiento, la justicia no hizo lo que debía: verificar que la medida de protección se cumpliera. Demasiados hechos de violencia. Insuficiencia de efectivos policiales para supervisar el estado de la situación de la mujer golpeada. Negligencia judicial y policial. Consideración de la violencia contra una mujer como algo natural. Resultado: una mujer asesinada por su ex marido. Estrangulada, después de ser violada por el mismo hombre que, probablemente, alguna vez le dijo que la amaba. Magaly Jara era una persona. Pero fue asesinada por ser mujer. Por querer terminar una convivencia de violencia. Porque su ex marido le había dicho que ante una separación definitiva, prefería verla muerta. Porque él se sentía dueño de ella. Magaly Jara es, a todas luces, un típico caso de feminicidio, o femicidio, como otras autoras llaman al asesinato de mujeres en razón de su sexo femenino.
A diferencia de un homicidio, como, por ejemplo, matar a una persona –mujer u hombre– en el curso de un asalto, robo u otro delito, el feminicidio es el resultado extremo de la violencia contra las mujeres y sucede tanto en el ámbito privado como público.
En el feminicidio, se mata a una mujer porque es mujer. Ejemplos hay muchos. Mujeres, jóvenes o adultas, de Ciudad Juárez, de Ciudad de Guatemala, de Alto Hospicio (Chile) y hasta de la tranquila ciudad de Montreal, en Canadá, han sido asesinadas por odio, venganza, despecho. Los victimarios son hombres, parejas, ex parejas o familiares, acosadores, agresores sexuales y/o violadores.
Una sobreviviente Estela es una mujer chilena que vivió durante 18 años la violencia de su pareja.
Él la amenazaba con un revólver y riendo a carcajadas, le apuntaba en la sien. “Vamos a jugar a la ruleta rusa”, le decía. “Me aterrorizaba, llegaba a orinarme de miedo”, recuerda aún con los ojos vidriosos. Al día siguiente, nada había pasado. Ellos eran un perfecto matrimonio de clase alta que disfrutaba de la más refinada vida social. Pero en el 2000 todo cambió y luego de varias denuncias por violencia intrafamiliar, Estela comenzó a defenderse de las agresiones hasta que en junio de ese año, asesinó a su marido en defensa propia. Pero más que una homicida, Estela es hoy una sobreviviente. El proceso judicial continúa y como pocas veces, se consigna en él la espiral de violencia en la que estaba sumida esta mujer de 44 años. “Podría haberme matado a mí y a los niños”, asegura y recuerda los detalles de aquella noche fatal en la que le disparó al padre de sus hijos mientras –después de golpearla brutalmente– intentaba ahorcar al más pequeño de ellos, de sólo 12 años. Había una orden precautoria, pero la ley fue letra muerta y a cuatro años de aquel episodio, Estela lo sabe a ciencia cierta.
El estudio, Estela y Magaly
En la víspera del feminicidio de Magaly Jara y del Día Internacional por la No violencia contra la Mujer, en la capital chilena se presentaban los resultados del estudio Femicidio en Chile, que Naciones Unidas encargó a la Corporación La Morada.
Estela está en la sala de la conferencia de prensa y escucha atentamente la presentación del estudio escondida tras una mampara, alejada de la prensa que intenta enarbolarla como la cara visible de la violencia intrafamiliar ABC1.
Es la primera vez que sale de su encierro hogareño y no puede creerlo. “No soy la única ¿viste?”, dice en voz baja. La investigación, realizada por Camila Maturana y Gloria Maira, del Área de Ciudadanía y Derechos Humanos de la Corporación La Morada, y coordinada por Soledad Rojas, de la misma institución, y representante de la Red Chilena contra la Violencia Doméstica y Sexual, constató que, al menos, 84 mujeres fueron víctimas de feminicidio en Chile entre los años 2001 y 2002. Para llegar a tal cifra, las autoras del estudio –de carácter exploratorio– revisaron y analizaron los sistemas de registros y estadísticas oficiales sobre defunciones y delitos de los años mencionados, realizaron entrevistas semidirigidas a informantes clave de instancias a cargo de esos registros y estadísticas, examinaron los expedientes judiciales de asesinatos de mujeres en los tribunales de justicia de la Región Metropolitana (que incluye a la capital chilena) y revisaron la prensa escrita de 2001 y 2002.
Los principales hallazgos
El estudio constató que de los 57 homicidios contra mujeres cometidos en Chile entre los años 2001 y 2002 en la Región Metropolitana, 28 correspondían a la categoría de feminicidio, es decir, la mitad de los casos. Además, la revisión de un diario dedicado a la “crónica roja” (La Cuarta) permitió identificar 71 casos de feminicidios cometidos en el territorio nacional en el período mencionado. Las investigadoras, al relacionar la información aparecida en el periódico con los feminicidios identificados en la revisión de expedientes en la Región Metropolitana, observaron que 13 de esos casos no habían sido reportados por el medio escrito. Esto hace afirmar a las autoras que en Chile, entre los años 2001 y 2002, se cometieron, por lo menos, 84 feminicidios. Uno de los resultados más relevantes del estudio es la ausencia de registro del sexo de las víctimas y del vínculo con el agresor, lo que impide identificar el número real de mujeres asesinadas por razones de género. Otros datos clave para reconocer al feminicidio, tales como las circunstancias y los móviles de estos crímenes o los antecedentes de violencia del femicida, no son considerados relevantes durante los procesos judiciales.
Los registros presentan otra falla.
A pesar de que han aumentado las denuncias por parte de las mujeres por violencia intrafamiliar desde la entrada en vigencia de la Ley de Violencia Intrafamiliar (1994), los registros no permiten establecer el número de mujeres que alguna vez presentó una denuncia por violencia intrafamiliar y que fue asesinada por el denunciado. Ello se debe a la ausencia de conexión entre las denuncias de violencia intrafamiliar realizada por la policía (Carabineros) y el feminicidio investigado en el proceso judicial. Para agravar más las cosas, el estudio señala que la consideración de la violencia intrafamiliar como una simple falta minimiza su gravedad, lo que deja a las mujeres sin medidas de protección eficaces ni redes institucionales de apoyo que resguarden su integridad física y moral. Tampoco se tienen en cuenta de manera relevante los antecedentes de violencia del homicida a la hora de enjuiciarlo. De hecho, dicen las investigadoras, “en la investigación judicial poco se indaga sobre la existencia de violencia o amenazas de muerte y no se buscan pruebas en ese sentido”. Tal situación se da a pesar de que, en muchos casos, los testimonios de los parientes y cercanos a la víctima confirman los hechos anteriores de violencia y amenazas.
Las conclusiones y recomendaciones
La investigación señala las siguientes conclusiones:
• El femicidio, como manifestación extrema de la violencia de género, existe en Chile y carece de visibilidad pública.
• Las mujeres no cuentan con medidas de protección eficaces ni de redes institucionales de apoyo que resguarden su integridad física y su vida.
• La legislación y las políticas públicas adoptadas en el país en los últimos diez años han sido insuficientes para prevenir la violencia contra las mujeres y evitar las muertes derivadas de su posición subordinada en la sociedad.
• La disponibilidad de la información es condición para la formulación de políticas efectivas para la erradicación de la violencia contra las mujeres y la prevención del femicidio. Los actuales sistemas de registro no consignan ningún tipo de datos relativos al femicidio.
• La caracterización del femicidio como ‘crimen pasional’ y la existencia de atenuantes (“obrar por estímulos tan poderosos que naturalmente hayan producido arrebato y obcecación”) para su juzgamiento son expresión de la naturalización de los crímenes de género.
• El reconocimiento del femicidio vuelve a poner en el debate la violencia de género contra las mujeres como una violación de derechos humanos fundamentales aún pendiente de resolver en la sociedad chilena.
Entre las recomendaciones
Las autoras del estudio llaman al Estado a “adoptar una legislación pertinente e implementar medidas efectivas para atender la violencia contra las mujeres como un fenómeno específico y transversal de la sociedad”.
A este respecto, la primera medida debería ser diseñar e implementar una política nacional que aborde íntegramente los aspectos de prevención, tratamiento y reparación a las afectadas por violencia de género.
En términos de prevención habría, entre otras cosas, que hacer campañas públicas en rechazo de toda forma de violencia contra las mujeres y capacitar a los funcionarios judiciales que se relacionan con los feminicidios.
En términos de atención y reparación, el estudio propone definir a las mujeres afectadas por violencia como población prioritaria en las políticas gubernamentales y asignar un presupuesto a nivel de las comunas para la atención en violencia. En el estudio también se plantea introducir modificaciones legislativas que permitan sancionar penalmente todas las formas de violencia contra las mujeres.
Finalmente, se recomienda implementar un sistema de información centralizado sobre violencia contra las mujeres y feminicidio a cargo del Ministerio del Interior e introducir modificaciones en los sistemas de registro de homicidio en el Ministerio Público y de los registros policiales y judiciales, además de asegurar el acceso público a esta información.
Más informaciones:
Corporación La Morada Fonos: (56-2) 442 9632 / 442 9633.
* Con el aporte de Paola Dragnic, periodista chilena. * Femicidio y feminicidio: Existe un gran debate en el movimiento de mujeres y feminista acerca de la manera de llamar a los asesinatos contra las mujeres en razón de su sexo. Las autoras de la investigación Femicidio en Chile se basaron en la terminología usada por Jill Radford y Diana Russell, autoras del libro Femicide: The Politics of Woman Killing, de 1992. Marcela Lagarde, teórica, antropóloga y diputada mexicana, establece que la categoría feminicidio es parte del bagaje teórico feminista introducido por estas autoras estadounidenses bajo la denominación femicide que, traducida a nuestro idioma es femicidio, término homólogo a homicidio, que sólo significa asesinato de mujeres. Sin embargo, para marcar una diferencia con ese término, Lagarde escogió la voz feminicidio para hablar de genocidio contra las mujeres, lo que lo convierte en un concepto de significación política. Nosotras, en nuestro portal, hemos optado por feminicidio, pero en este artículo, cada vez que se hace una cita textual de la investigación chilena, hemos respetado el término utilizado por sus autoras. De allí el uso de ambas palabras.
Fuente: Mujereshoy, Paola Dragnic.