Lidia Cacho, periodista que tras destapar un caso de pederastia en México sufrió persecución y amenazas por parte de las autoridades del estado de Puebla, centro de México, ha asegurado que "nunca se hará justicia" con su caso.
México, DF, noviembre 05 de 2008. Cacho fue encarcelada, maltratada y amenazada por las autoridades poblanas ligadas a un empresario al que la periodista vinculó con una red de pederastia en el Caribe mexicano.
La periodista recurrió ante la Suprema Corte de Justicia, la cual en diciembre de 2007 determinó en un controvertido fallo que no se violaron sus derechos humanos durante la detención, pese a que se expusieron varias pruebas que así lo certificaban.
Cacho ha indicado que su caso no se puede retomar tras el fallo de la Suprema Corte, por lo que "nunca" se le hará justicia, a pesar de que ha dejado el caso en manos de abogados para recurrir a organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
"En la medida en la que el gobierno mexicano no haga una transformación de fondo del sistema de justicia penal, en la que se dé estructura al Estado de derecho, y mientras los niveles de corrupción institucional y empresarial y el crimen organizado sigan como están, no va a haber ningún cambio en México", ha sostenido.
Tras la publicación en mayo de un libro en el que explica cómo destapó una red de corrupción y pederastia en México, la periodista ha adelantado que acaba de concluir un nuevo texto llamado 'Con mi hija no', que bien pudiera ser "un manual para madres, padres y personas que se especializan en atender a víctimas de abuso sexual infantil para la prevención".
Triste protagonismo en un libro
Cacho ha acudido a la presentación del libro 'Libertad secuestrada. Lidia Cacho vista en los medios poblanos', en el que se analiza el tratamiento que dio la prensa local a su caso, desde que fue detenida hasta la sentencia de la Suprema Corte.
Las conclusiones señalan que la administración estatal emitió "comunicados que fueron publicados por la prensa como suyos dándole a los hechos una interpretación a conveniencia del gobierno de Puebla y en especial que beneficiara a Mario Marín", gobernador de ese estado.
Fuente: www.elmundo.es
LOS DEMONIOS DEL EDÉN de Lidia Cacho
El poder que protege a la pornografía infantil
Esta es la historia del festín del poder.
Cancún devino en un polo de turismo internacional y destino de inversiones hoteleras de primer mundo, sostenido con formas de organización política de tercer mundo. Gobernadores rupestres como el primero, Jesús Martínez Ross (1975 a 1981) —creador del Movimiento de Unificación Quintanarroense (MUQ), que ha promovido el sectarismo y la discriminación de los no nacidos en Chetumal—, y Mario Villanueva Madrid (1993-1999) (hoy preso bajo el número 1074 del penal de Almoloya de Juárez por nexos con el narcotráfico) sólo son explicables por el choque de estos dos mundos.
El resultado es una organización social caracterizada por su escasa institucionalidad, por la precariedad de la justicia y un estilo de gestión social fincado en el caciquismo, la intervención personal y el peso decisivo de la voluntad e idiosincrasia de los actores.
Con mayor intensidad que en el resto del país, la sociedad civil de esta región se encuentra inerme, sin instituciones de peso frente al aparato de poder que representa la fusión de los intermediarios enriquecidos y los políticos de usos y costumbres tradicionales.
Ante tal vacío institucional, apenas comienzan a construirse las redes de solidaridad social. Como en toda ciudad con altos índices de inmigración, Cancún está poblada por personajes que se reinventan a sí mismos al llegar a vivir en una comunidad habitada por desconocidos; familias pequeñas sin redes sociales de apoyo, cuyos miembros de la familia extensa (tíos, abuelos, abuelas) permanecen en su lugar de origen. Este fenómeno ha generado dinámicas familiares de gran soledad y de poco arraigo emocional a la tierra que les acoge. La ausencia de arraigo y compromiso comunitario sienta sus bases en las motivaciones que llevaron a hombres y mujeres a vivir a Cancún.
—Cada uno —comenta Lorena Careaga— trae consigo su historia personal y sus valores. Si la comunidad no cohesiona los valores y las y los nuevos pobladores no sienten la necesidad de “hacer patria”, la comunidad es frágil en su entretela. Resulta más fácil que se filtren la descomposición social y la delincuencia sin que la comunidad se unifique, de manera organizada y consciente, para exigir reacciones del Estado ante la impunidad, la ausencia o debilidad de la administración e impartición de justicia.
“Aunque no todos los quintanarroenses son cancunenses y, si bien es cierto que la mayoría de los primeros alguna vez fueron emigrantes desarraigados, puede ser que Cancún, desde este punto de vista, ya esté en vías de ‘civilizarse’. Pero durante muchos años fue una zona de frontera con todas las características de frontier. Lo mismo sucedió con Payo Obispo-Chetumal en sus primeros tiempos. Difícilmente, en tan pocos años (cien para Chetumal y treinta y cinco para Cancún) pueden borrarse las huellas de una herencia de conquista y violencia.”
Cancún, como cualquier cuidad del mundo, ha sido escenario de diversos crímenes. Sin embargo, el caso de Jean Succar Kuri resulta emblemático por sus características, las cuales permitieron que un hotelero de prestigio social, con poder económico y alianzas políticas de alto nivel, explotara sexualmente durante más de dos décadas a casi un centenar de niñas y niños, sin que nadie tomara medidas al respecto. Con la venia de distintos hombres y mujeres participaba en la que, según la Procuraduría General de la República, es una red de pornografía infantil relacionada en forma directa con el crimen organizado En el marco del vigésimo aniversario de la organización Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), fue presentado este miércoles el libro Libertad secuestrada: Lidia Cacho vista en los medios poblanos.
El texto, coeditado por CIMAC y la Fundación Friedrich Ebert, es una investigación sobre la cobertura periodística que le dieron los medios de comunicación de Puebla al caso de la periodista Lidia Cacho, quien tras dar a conocer las redes de pederastia del empresario Jean Sucar Kuri, fue objeto de la violencia del gobierno estatal de Mario Marín, expuso Eréndira Cruzvillegas Fuentes, relatora en materia de libertad de expresión de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF).
Cruzvillegas citó que de los textos periodísticos editados de diciembre de 2005 a diciembre de 2007 en once diarios poblanos estudiados por CIMAC, en 70 por ciento apareció primordialmente la voz del gobernador Marín, contra la postura de Cacho, quien fue protagonista de la información sólo en un 16 por ciento.
La mayor parte de los textos analizados en la investigación aparecieron en las secciones policíaca y política de los periódicos, sólo el uno por ciento se refirió al caso desde el punto de vista de los derechos humanos. A esto se añade que todas las mujeres de la vida política de Puebla se pronunciaron en contra de Cacho por “desprestigiar al gobernador. Hablar de la verdad en México tiene un costo altísimo. Todas somos Lydia”, lamentó la representante de la CDHDF.
La libertad estará secuestrada si los ciudadanos lo siguen permitiendo, bajo la lógica de que la sociedad mexicana es laxa y altamente permisiva de la corrupción, agregó la relatora de la CDHDF.
Por su parte, la periodista Estela Livera dijo que el reto de las y los mexicanos es el de romper con los sistemas patriarcales, los caciquismos y los efectos de la “masculinidad violenta que se visten de corrupción”.
De las mil 200 concesiones de la radio y la televisión, sólo el cuatro por ciento corresponden a mujeres, ejemplificó la comunicóloga.
Fueron hombres los directores de periódicos y los concesionarios de medios audiovisuales quienes pactaron con Mario Marín para “bajarle de tono al caso Lidia Cacho. Pagó mucha lana por tener equipos de estrategas que vinieron a los medios de comunicación a hablar con los directivos. Con actitud misógina el gobernador textualmente dijo ‘no hago caso de chismes’; claro, los chismes son de las mujeres”, ironizó.
A su vez, Virgilio Caballero, maestro en Ciencias de la Comunicación y antropólogo, expresó que “las mujeres no existen, ni siquiera cuando son asesinadas. Las muertas, como dato estadístico, son subsumidas en la palabra homicidio. De esta violencia forman parte los crímenes cometidos contra Lidia Cacho”.

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